Conceptismo

Francisco de Quevedo
Francisco de Quevedo.  Ipsumpix/Getty Images

Como sugiere el nombre, el conceptismo es una escuela literaria del Barroco que se basa en el concepto. Es decir que los conceptistas hacían hincapié en el significado de las palabras y en las relaciones entre ellas. Empleaban la metáfora, la alegoría, la antítesis, el paralelismo, y otras técnicas para establecer relaciones entre conceptos. Si bien algunos de estos recursos habían aparecido en la poesía trovadoresca y petrarquista del final de la Edad Media y del Renacimiento, es durante el periodo Barroco que se cultivan con más intensidad.

Los conceptistas evitaban las descripciones directas y buscaban comunicar numerosas ideas con la mayor concisión posible, por lo que las palabras polisémicas, los juegos de palabras, la ironía, la anfibología, los equívocos, las paradojas y los zeugmas figuran entre los recursos más utilizados en su poesía.

Según explica Lope de Vega en el Arte Nuevo, esta manera de dificultar el mensaje les gustaba a los lectores por la siguiente razón: "Siempre el hablar equívoco ha tenido y aquella incertidumbre anfibológica gran lugar en el vulgo, porque piensa que él sólo entiende lo que el otro dice".

Los principales exponentes del conceptismo son Francisco de Quevedo, Baltasar Gracián y Luis de Góngora y Argote, si bien este último se asocia más con el culturanismo. Tradicionalmente se consideraban el culteranismo y el conceptismo estilos contrapuestos, pero en décadas más recientes los críticos han concluido que el culturanismo es una rama derivada del conceptismo.

Ejemplo

El poema "Poderoso caballero es don Dinero", de Quevedo, está lleno de juegos de palabras y polisemia, dos recursos que se hallan frecuentemente en la poesía conceptista. Por ejemplo, la palabra "escudo" en la última estrofa puede referirse a una moneda, a un arma defensiva y también a una insignia de la nobleza.

Madre, yo al oro me humillo;
él es mi amante y mi amado,
pues de puro enamorado,
Anda contino amarillo;
que, pues, doblón o sencillo,
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Nace en las Indias honrado,
donde el mundo le acompaña;
viene a morir en España,
y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
es hermoso, aunque sea fiero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Es galán y es como un oro,
tiene quebrado el color,
persona de gran valor,
tan cristiano como moro.
Pues que da y quita el decoro
y quebranta cualquier fuero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Son sus padres principales,
y es de nobles descendiente,
porque en las venas de Oriente
todas las sangres son reales;
y pues es quien hace iguales
al duque y al ganadero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Mas ¿a quién no maravilla
ver en su gloria sin tasa
que es lo menos de su casa
doña Blanca de Castilla?
Pero, pues da al bajo silla
y al cobarde hace guerrero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Sus escudos de armas nobles
son siempre tan principales,
que sin sus escudos reales
no hay escudos de armas dobles
y pues a los mismos robles
da codicia su minero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Por importar en los tratos
y dar tan buenos consejos,
en las casas de los viejos
gatos le guardan de gatos.
Y pues él rompe recatos
y ablanda al juez más severo,
poderoso caballero
es don Dinero.
Y es tanta su majestad
(aunque son sus duelos hartos)
que con haberle hecho cuartos,
no pierde su autoridad;
pero, pues da calidad
al noble y al pordiosero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Nunca vi damas ingratas
a su gusto y su afición;
que a las caras de un doblón
hacen sus caras baratas;
y pues las hace bravatas
desde una bolsa de cuero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Más valen en cualquier tierra
(¡mirad si es harto sagaz!)
sus escudos en la paz
que rodelas en la guerra.
Y pues al pobre le entierra
y hace proprio al forastero,
poderoso caballero
es don Dinero.