Resumen de Don Quijote: primera parte, capítulo 18

Capítulo 18:

"Donde se cuenta las razones que pasó Sancho Panza con su señor don Quijote, con otras aventuras dignas de ser contadas"

Al salir juntos de la venta, don Quijote le dice a Sancho que está convencido de que aquel castillo está embrujado y que los que lo mantearon son fantasmas. Además agrega que no se pudo apear de Rocinante para ayudarlo porque estaba encantado. Sancho no está de acuerdo y cree que son hombres de carne y hueso. Un poco desanimado por lo acontecido, le dice a don Quijote:

"Y lo que yo saco en limpio de todo esto es que estas aventuras que andamos buscando, al cabo al cabo nos han de traer tantas desventuras, que no sepamos cuál es nuestro pie derecho. Y lo que sería mejor y más acertado, según mi poco entendimiento, fuera el volvernos a nuestro lugar, ahora que es tiempo de la siega y de entender en la hacienda, dejándonos de andar de Ceca en Meca y de zoca en colondra, como dicen".

Don Quijote le responde que no sabe mucho de caballería y que no hay mayor placer en el mundo que ganar una batalla. Sancho le responde que no han ganado ninguna batalla y que todo ha sido "palos y más palos, puñadas y más puñadas". Siguen conversando hasta que don Quijote ve una polvareda en el camino y cree que es de dos ejércitos, pero en realidad son dos manadas de ovejas y carneros. Sancho, sin embargo, le cree a don Quijote cuando le dice que son los ejércitos del emperador Alifanfarón, señor de la isla Trapobana y de su enemigo Pentapolín del Arremangado Brazo, el rey de los garamantas.

Antes de entrar en batalla con las manadas, don Quijote le explica a Sancho en muchísimo detalle quienes son los caballeros principales de los ejércitos. El ejército pagano consiste en personas asiáticas y africanas y el cristiano se compone de caballeros de la península ibérica. Tras esta larga explicación, entra la voz de Cervantes para expresar su opinión sobre los libros de caballerías: "¡Válame Dios, y cuántas provincias dijo, cuántas naciones nombró, dándole a cada una, con maravillosa presteza, los atributos que le pertenecían, todo absorto y empapado en lo que había leído en sus libros mentirosos!".

Sancho le escucha a don Quijote, pero le confiesa que no ve a ningún caballero ni gigante, a lo que don Quijote responde que es porque el miedo le ha turbado los sentidos. Su amo no pierde más tiempo y con la lanza puesta en el ristre, avanza hacia las manadas. En eso Sancho trata de hacerle entrar en razón gritándole:

"¡Vuélvase vuestra merced, señor don Quijote, que voto a Dios que son carneros y ovejas las que va a embestir! ¡Vuélvase, desdichado del padre que me engendró! ¿Qué locura es ésta? Mire que no hay gigante ni caballero alguno, ni gatos, ni armas, ni escudos partidos ni enteros, ni veros azules ni endiablados".

Don Quijote no le hace caso y arremete contra las ovejas. Los pastores le gritan y le tiran piedras. Tras recibir el primer golpe de piedra, don Quijote trata de curarse y bebe su bálsamo pero con el segundo fuerte golpe se cae de Rocinante. Los pastores creen que está muerto, así que rápidamente recogen a los animales muertos y se van. Don Quijote insiste en que fueron ejércitos y que un sabio enemigo los convirtió en manadas de ovejas.

Tras la batalla, Sancho le mira la boca a su amo para ver cuántos dientes le faltan y ve un líquido rojo que no es sangre sino el bálsamo, pero le da tanto asco que vomita encima de don Quijote y jura a sí mismo dejar las aventuras y volver a su casa.

Poco después, don Quijote ve que Sancho está triste y trata de consolarlo. Por si fuera poco, Sancho dejó las alforjas en la venta, así que no tienen nada para comer. Mientras conversan, Sancho le dice que es mejor predicador que caballero andante, y don Quijote le recuerda que en pasados siglos era importante que los caballeros pudieran dar pláticas como si fueran graduados de la Universidad de París "de donde se infiere que nunca la lanza embotó la pluma, ni la pluma la lanza", refiriéndose al caballero ideal que es tan experto en letras como en armas.

Se está haciendo tarde y don Quijote le dice a Sancho que elija la venta donde han de pasar la noche.

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