'Ismaelillo' de José Martí

Análisis de la obra emblemática del modernismo

ismaelillo Jose martí
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Ismaelillo (1882), del poeta y revolucionario cubano José Martí, es una de las obras de poesía más emblemáticas e influyentes del modernismo. A diferencia de otros escritores del movimiento, Martí rechaza el lenguaje artificioso y es ambivalente hacia el parnasianismo, pero por su afirmación de la cultura hispanoamericana y defensa de la liberación artística, es uno de los mejores exponentes del modernismo.

Estilo y estructura

En vez de emplear un lenguaje postizo, sobrante y retórico, como otros modernistas, Martí opta por un estilo natural, sencillo y diáfano, que carece de adornos superfluos. Defiende el españolismo del estilo y del lenguaje frente al afrancesamiento, por lo que no usa palabras extranjeras en sus versos.

Martí no creía en el arte por el arte, sino que la poesía debería ser utilitaria y un catalizador social, pues según el poeta “la poesía ha de tener raíz en la tierra y base de hecho real” y “el lenguaje es humo cuando no sirve de vestido al sentimiento generoso o la idea eterna”.

En sus versos destacan la innovación en el ritmo y la versificación, y las rupturas lingüísticas. Coexiste un tono de soledad y angustia con su fe en la humanidad e idealismo romántico. También aparecen imágenes oníricas, como en este fragmento de "Musa traviesa":

Yo suelo, caballero
En sueños graves,
Cabalgar horas luengas
Sobre los aires.
Me entro en nubes rosadas,
Bajo a hondos mares,
Y en los senos eternos
Hago viajes.

Aparecen varias referencias bíblicas en este libro. El nombre Ismael, que era el apodo de su hijo, José Francisco Martí Zayas-Bazan, también se refiere al hijo de Abraham. Martí encontró un parentesco en la vida de Ismael y Jacob con su propia vida trajinada. Los descendientes de Jacob, el nieto de Abraham, formaron las doce tribus de Israel y vivieron en el exilio, como Martí, por lo que el poeta cubano se identificó con su lucha.

Temas

Ausencia de y amor por su hijo. Es el tema principal de este libro. El año anterior a su publicación, Martí se separó de su esposa Carmen y perdió contacto con su único hijo, apodado Ismaelillo. Un ejemplo de su amor se halla en este fragmento de "Mi caballero":

Por las mañanas
Mi pequeñuelo
Me despertaba
Con un gran beso.
Puesto a horcajadas
Sobre mi pecho,
Bridas forjaba
Con mis cabellos.
Ebrio él de gozo,
De gozo yo ebrio.

En este fragmento de "Amor errante", el yo poético busca a su hijo:

Hijo, en tu busca
Cruzo los mares:
Las olas buenas
A ti me traen:
Los aires frescos
Limpian mis carnes
De los gusanos
De las ciudades;
Pero voy triste
Porque en los mares
Por nadie puedo
Verter mi sangre.

Hostilidad hacia la vida moderna y el materialismo. En el prólogo/dedicatoria, su hijo es su refugio del mundo moderno: "Hijo: Espantado de todo, me refugio en ti".

Más ejemplos de este rechazo del materialismo y la vida moderna aparecen en estos fragmentos de “Mi reyecillo”, en el que dice que su rey es su hijo, y a quien le aconseja a no amar al “rey amarillo”, que representa el oro y el materialismo:

Rey tiene el hombre,
Rey amarillo:
¡Mal van los hombres
Con su dominio!
Mas yo vasallo
De otro rey vivo,—
[...]
Mas si amar piensas
El amarillo      
Rey de los hombres,
¡Muere conmigo!
¿Vivir impuro?
¡No vivas, hijo!

Fe. En el prólogo/dedicatoria, dice: "Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti”.

Esta fe también se manifiesta en una relación de inversión con su hijo, en la que el poeta renace. En "Mustra traviesa", dice: "Hijo soy de mi hijo! / Él me rehace!".

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